lunes, 11 de febrero de 2019

Los olores de la Ciudad de México



Vivo en la Ciudad de México desde que tengo uso de razón, es una ciudad muy grande, monstruosa, llena de gente y autos, a últimas fechas se ha llenado de concreto, grandes edificios, grandes segundos pisos, poco a poco va desapareciendo el color verde para dar paso al tristísimo color gris.

Me muevo por la ciudad en transporte público y a pie, desde el emblemático metro, hasta el llamado metrobús, en ocasiones subo a un taxi, a un camión, un trolebus y otras tantas veces uso los bestiales microbuses que pululan en diferentes tamaños por esta urbe, de mañana, tarde y noche, no hay manera de que mi hogar se acerque más al lugar donde gano el pan con el sudor de mi frente y el dolor de mi espalda, ni tampoco donde mato el tiempo indiscriminadamente, cuando tengo tiempo para matarlo.

Por las propias travesias que hago por este lugar podría decirles que lo predominane en la ciudad son los OLORES! Algunos non gratos otros imperceptibles, la ciudad tiene aroma.

I

Huele por las mañanas a gente bañada y perfumada, a limpio y a prisas, al tufo de alguien que no se lavo la boca,  al hedor del agua de canal que se filtra por los túneles del metro, a cebolla en la estación de la merced, a tacos tempraneros de bistek, fritos en aceite rancio de los desayunos que se preparan en las aceras de más arriba y se cuelan por los respiraderos del propio anden.

Olores humanos que predominan a la hora pico de la mañana, cuando el metro se va parando y se llena de humanidad, entre ellos los aromas de café, de atole, de un tamal de verde o de rajas, a humedad de los trapeadores con que limpiaron el vómito infantil mañanero.

II

Ya en la superficie, la nariz recibe una bofetada a la pestilencia de gasolina o diesel, escencia de tacos de carnitas, de suadero, al pastor, a torta, a aceite requemado, añejo, del puesto de fritangas o del restaurante de alitas, a perfumes de los transeuntes, a cigarro, a tiner o mota de alguien que va drogandose ... dependiendo en la zona que visites pues hay aromas peores, te encuentras un terreno baldío en tu camino puede que huela a putrefacción, alguien se deshizo del cuerpo de su mascota muerta y la tiro ahí, entre la hierba crecida, para que la naturaleza hiciera lo suyo. Huele a construcción de los edificios de pisos infinitos, llenos de arena y cemento o sudor de los albañiles.

Continuará...